Archivo por meses: septiembre 2011

Cronopete 1.1

Acabo de lanzar una nueva versión de Cronopete con algunos cambios menores. El principal es que ahora permite cambiar cada cuanto se hace una copia. Por defecto sigue en una hora (que es lo recomendable), pero se puede subir hasta doce horas. Otros cambios son, por ejemplo, que ahora el menú aparece debajo de la barra del panel de Gnome (como debe ser), y no encima; además, corrige una pequeña deriva de cinco minutos en el instante en que debería hacer la copia (por su culpa, en la versión 1.0 las copias se hacían cada 65 minutos).

Como de costumbre, se puede bajar en la página de cronopete.

El fracaso de Gnome-Shell y Unity (y como solucionarlo)

Llevo un mes aproximadamente probando Ubuntu 11.10, y la verdad es que no me gustan nada las interfaces que nos esperan en ella. Me refiero, como ya habréis supuesto, a Gnome-Shell y a Unity.

No niego que son muy bonitas y novedosas (especialmente Gnome-Shell). Tampoco niego el ingente trabajo que hay detrás. El problema, bajo mi punto de vista, es que les falta ergonomía.

Veamos a qué me refiero. Si en Gnome-Classic (el Gnome de toda la vida) quiero lanzar una aplicación que no tenga en un lanzador rápido, tengo que hacer estos movimientos con el ratón (parto de la mitad de la pantalla porque intento mostrar trayectorias promedio; la línea roja es el recorrido del ratón, y los puntos gordos representan cada click):

Rápido y directo.

Veamos ahora lo que hay que hacer en Gnome-Shell:

La cosa ya no es tan sencilla: no sólo hay que ir adelante y atrás por la pantalla, sino que hay que buscar de izquierda a derecha y de arriba a abajo entre los iconos, lo que es más lento que buscar únicamente de arriba a abajo en el menú de Gnome-Classic.

Finalmente, Unity:

Aquí se añade complejidad a mayores, porque demasiado a menudo hay que expandir los resultados (Ver X resultados más).

Los defensores de estos entornos probablemente dirán que es posible teclear parte del nombre de la aplicación, y ésta quedará seleccionada, pero eso no soluciona nada, porque obliga a levantar la mano del ratón, teclear, y volver a agarrarlo: pérdida de tiempo e incomodidad.

Además, en Gnome Shell tampoco disponemos de iconos en el escritorio, lo que también lía de mala manera a los que ya estamos acostumbrados a trabajar con un escritorio clásico. A fin de cuentas, el problema real es el cambio brutal en la forma de trabajar: el hombre es un animal de costumbres, por lo que si le cambias todo su entorno, no se siente cómodo.

Afortunadamente hay formas de resolverlo…

Cambiar a Gnome-Classic

Gnome3 incluye un port del escritorio clásico a GTK3, por lo que la solución más sencilla para mantener nuestro escritorio de toda la vida consiste en utilizar éste. Además, nos permite seguir utilizando Compiz.

Para cambiar a este entorno, primero tenemos que instalar los paquetes gnome-session-fallback y gnome-tweak-tool. Una vez hecho, salimos de la sesión y volvemos a entrar, escogiendo Gnome Classic como entorno:

Entramos en nuestra sesión y veremos el escritorio de toda la vida, pero sin iconos. Para resolverlo, arrancamos gnome-tweak-tool y marcamos las siguientes opciones:

La primera opción activa el escritorio con iconos, la segunda muestra el icono Equipo, la tercera la carpeta personal, y la quinta la papelera. A mayores se puede marcar la sexta, si te gusta que aparezcan las unidades montadas en el escritorio. Y con esto ya tenemos nuestro Gnome de toda la vida, con la única diferencia de que para activar el menú de las barras superiores e inferiores (el que nos permite añadir nuevos elementos, y moverlos) hay que mantener pulsada la tecla ALT a la vez (bueno, y que los elementos de éstas no se colocan donde uno los deje, sino alineados a la izquierda, centro o derecha, lo que es mucho más cómodo).

Adaptar Gnome Shell

La segunda opción consiste en adaptar Gnome Shell al estilo que queremos. Para ello, empezamos por instalar gnome-tweak-tool, y la usamos para activar las mismas opciones que en el caso anterior. Con ello ya tendremos de nuevo iconos en el escritorio.

Ahora llega la segunda parte, que consiste en instalar la extensión que incorpora un menú de aplicaciones a Gnome Shell. Por desgracia, a la hora de escribir este artículo todavía no conseguí hacerla funcionar, así que se agradece cualquier ayuda. Probablemente cuando Gnome Shell 3.2 sea ofical, sea más fácil (actualmente Ubuntu 11.10 incluye Gnome Shell 3.1, que es una versión en desarrollo).

Por supuesto, hay más extensiones que harán que Gnome Shell se parezca aún más a Gnome Clásico. Como siempre, todo es cuestión de ir probando.

Adaptar Unity

Para hacer lo mismo con Unity, basta con seguir las (algo liosas) instrucciones para instalar un menú de aplicaciones en Unity. Hasta ahí llego, porque la verdad es que me gusta tan poco que lo he usado una semana escasa.

Backup con manzana a las finas unidades externas

Hace unos años, Apple presentó Time Machine, un programa de copia de seguridad que, por fin, hacía no sólo sencillo, sino también divertido, hacer backups regulares de tus datos.

Pronto surgieron varios clones para Linux, tales como Flyback, Time Vault, o el cómodo Dejá Dup, pero ninguno me convencía, así que decidí hacer yo uno propio. Y ya puestos, decidí hacerlo lo más parecido posible al Time Machine original.

El resultado es Cronopete, un clon de Time Machine para Linux. El nombre lo tomé de El anacronópete, una novela de viajes en el tiempo escrita por Enrique Gaspar y Rimbaud ocho años antes de la célebre La máquina del tiempo, de H.G. Wells.

Al igual que el programa original, Cronopete hace una copia completa del disco cada hora, y conserva todas las copias que pueda para poder volver atrás si es necesario y recuperar un documento en cualquier momento de su historia.

Cada copia del árbol de directorios se conserva en una carpeta propia, cuyo nombre es la fecha y hora en que se realizó. También, al igual que el original, copia realmente sólo los archivos que han cambiado, y se limita a hacer un enlace a la copia anterior para aquellos archivos que no han cambiado, lo que permite acelerar el proceso y consumir muchísimo menos disco.

También para ahorrar espacio, las copias se guardan en una progresión exponencial: para las últimas 24 horas se guarda una por cada hora; para el último mes, una copia diaria; y después, una copia semanal hasta que se llena el disco.

También he copiado al milímetro la interfaz. Al lanzar Cronopete, éste aparece de esta manera en la barra de notificaciones, exactamente igual que Time Machine:

Icono principal de Cronopete

Y esta es la interfaz principal:

Interfaz de cronopete

Todavía no tiene la interfaz para restaurar los ficheros de manera «bonita», por lo que para hacerlo hay que ir al disco externo y copiarlos «a mano», aunque dado que los archivos están guardados «tal cual», sin ningún tipo de empaquetado ni compresión, esto no supone ninguna dificultad. Sin embargo, ya estoy investigando la biblioteca clutter para implementarla también.

Las primeras pruebas de Cronopete las había escrito en C, con la intención de usar Python para la interfaz, pero no lo acababa de ver porque necesitaba mucha fiabilidad para un programa de este tipo, así que al final decidí probar Vala. Y, como comenté en su momento, me enamoré: la gestión automática de memoria como en Python es una delicia, y encima tengo el rendimiento y el bajo consumo de recursos de C, además de azúcar sintáctico como para abastecer una pastelería durante un año.

Enlace directo a la página de descargas: Cronopete.