Comentaba en mi anterior entrada «¿Termoqué?» la dificultad que estaba teniendo para encontrar un disipador adecuado para mi nuevo equipo. Y no es para menos: paso mucho tiempo delante de la pantalla y lo último que quiero es una turbina de avión destrozándome el oído.
Después de muchas pruebas y mediciones (de tamaño: la nueva caja tiene un travesaño que limita la altura del disipador) me decanté por un Zalman CNPS8000. Este disipador tiene un tamaño adecuado para entrar en la caja y es muy silencioso (a baja velocidad, claro). El único defecto es que la regulación de velocidad es manual. Afortunadamente mi nueva placa es una ASUS con tecnología Q-Fan. Este sistema, propio de ASUS, permite a la BIOS controlar la velocidad de giro de cualquier ventilador (no tiene por qué tener cable de control de velocidad) en base a la temperatura de la CPU, exactamente igual que hacía mi viejo Artic Cooling. El resultado es justo el que quiero: trabajar con mi ordenador disfrutando en todo momento del máximo silencio posible, y sin tener que preocuparme de si el procesador se puede estar sobrecalentando.
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