Llevo un mes aproximadamente probando Ubuntu 11.10, y la verdad es que no me gustan nada las interfaces que nos esperan en ella. Me refiero, como ya habréis supuesto, a Gnome-Shell y a Unity.
No niego que son muy bonitas y novedosas (especialmente Gnome-Shell). Tampoco niego el ingente trabajo que hay detrás. El problema, bajo mi punto de vista, es que les falta ergonomía.
Veamos a qué me refiero. Si en Gnome-Classic (el Gnome de toda la vida) quiero lanzar una aplicación que no tenga en un lanzador rápido, tengo que hacer estos movimientos con el ratón (parto de la mitad de la pantalla porque intento mostrar trayectorias promedio; la línea roja es el recorrido del ratón, y los puntos gordos representan cada click):
Rápido y directo.
Veamos ahora lo que hay que hacer en Gnome-Shell:
La cosa ya no es tan sencilla: no sólo hay que ir adelante y atrás por la pantalla, sino que hay que buscar de izquierda a derecha y de arriba a abajo entre los iconos, lo que es más lento que buscar únicamente de arriba a abajo en el menú de Gnome-Classic.
Finalmente, Unity:
Aquí se añade complejidad a mayores, porque demasiado a menudo hay que expandir los resultados (Ver X resultados más).
Los defensores de estos entornos probablemente dirán que es posible teclear parte del nombre de la aplicación, y ésta quedará seleccionada, pero eso no soluciona nada, porque obliga a levantar la mano del ratón, teclear, y volver a agarrarlo: pérdida de tiempo e incomodidad.
Además, en Gnome Shell tampoco disponemos de iconos en el escritorio, lo que también lía de mala manera a los que ya estamos acostumbrados a trabajar con un escritorio clásico. A fin de cuentas, el problema real es el cambio brutal en la forma de trabajar: el hombre es un animal de costumbres, por lo que si le cambias todo su entorno, no se siente cómodo.
Afortunadamente hay formas de resolverlo…
Cambiar a Gnome-Classic
Gnome3 incluye un port del escritorio clásico a GTK3, por lo que la solución más sencilla para mantener nuestro escritorio de toda la vida consiste en utilizar éste. Además, nos permite seguir utilizando Compiz.
Para cambiar a este entorno, primero tenemos que instalar los paquetes gnome-session-fallback y gnome-tweak-tool. Una vez hecho, salimos de la sesión y volvemos a entrar, escogiendo Gnome Classic como entorno:
Entramos en nuestra sesión y veremos el escritorio de toda la vida, pero sin iconos. Para resolverlo, arrancamos gnome-tweak-tool y marcamos las siguientes opciones:
La primera opción activa el escritorio con iconos, la segunda muestra el icono Equipo, la tercera la carpeta personal, y la quinta la papelera. A mayores se puede marcar la sexta, si te gusta que aparezcan las unidades montadas en el escritorio. Y con esto ya tenemos nuestro Gnome de toda la vida, con la única diferencia de que para activar el menú de las barras superiores e inferiores (el que nos permite añadir nuevos elementos, y moverlos) hay que mantener pulsada la tecla ALT a la vez (bueno, y que los elementos de éstas no se colocan donde uno los deje, sino alineados a la izquierda, centro o derecha, lo que es mucho más cómodo).
Adaptar Gnome Shell
La segunda opción consiste en adaptar Gnome Shell al estilo que queremos. Para ello, empezamos por instalar gnome-tweak-tool, y la usamos para activar las mismas opciones que en el caso anterior. Con ello ya tendremos de nuevo iconos en el escritorio.
Ahora llega la segunda parte, que consiste en instalar la extensión que incorpora un menú de aplicaciones a Gnome Shell. Por desgracia, a la hora de escribir este artículo todavía no conseguí hacerla funcionar, así que se agradece cualquier ayuda. Probablemente cuando Gnome Shell 3.2 sea ofical, sea más fácil (actualmente Ubuntu 11.10 incluye Gnome Shell 3.1, que es una versión en desarrollo).
Por supuesto, hay más extensiones que harán que Gnome Shell se parezca aún más a Gnome Clásico. Como siempre, todo es cuestión de ir probando.
Adaptar Unity
Para hacer lo mismo con Unity, basta con seguir las (algo liosas) instrucciones para instalar un menú de aplicaciones en Unity. Hasta ahí llego, porque la verdad es que me gusta tan poco que lo he usado una semana escasa.